El matrimonio es una sociedad, no una posesión.
La esposa no es un trofeo que se gana mediante el cortejo,
y luego se exhibe en la pared para que todos lo contemplen
junto a otros premios obtenidos. Ni el esposo debe ser doblegado
a adoptar la figura de una especie de proveedor guapo y tolerante.
El esposo amoroso ve a su esposa como a una socia.
Ella es un ser viviente con quien puede tener una relación.
No es una persona para ser dominada y controlada para
satisfacer sus propios deseos. Es una persona que debe
conocer y de quien él pueda aprender.
La idea de la esposa como socia es tan antigua como la
literatura humana. En el relato de la creación que está
en GÉNESIS, la mujer fue creada de la costilla del hombre.
Es una descripción gráfica de su rol de socia.
El hombre y su mujer recibieron la instrucción de
llenar la tierra y gobernar sobre los peces del mar, las aves
del cielo y las demás críaturas vivientes.
El hombre no recibió la instrucción de dominar a su mujer;
se le dijo que se uniera a ella y que se convirtieran en un solo.
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